AGUA EN LA LUNA


La Luna, el primer objeto del cielo nocturno que hemos visto la mayoría de nosotros, continúa siendo un misterio. Tormento de poetas, buscada por jóvenes enamorados, estudiada intensamente por astrónomos durante cuatro siglos, examinada por geólogos durante los últimos cincuenta años, visitada por doce humanos, ese es el satélite de la Tierra. Y ahora, cuando estamos pensando en construir allí una casa permanente, surge la pregunta primordial: ¿Hay agua en la Luna? Aunque no haya sido detectada de manera definitiva, evidencia reciente sugiere que sí existe. ¿Por qué ha de existir agua en la Luna? Sencillamente por la misma razón que hay agua sobre la Tierra. Una de las teorías preferidas es que esa agua como tal, o sus componentes hidrógeno y oxígeno, fue depositada sobre la Tierra durante su temprana historia, (principalmente durante el final de un "período intenso de bombardeo" hace 3 mil 900 millones de años), por los impactos de cometas y asteroides. Como la Luna comparte la misma zona del espacio que la Tierra, también debe haber recibido su porción de agua. Sin embargo, dado que tiene solo una pequeña parte de la gravedad terrestre, la mayoría del agua que llegó a la Luna debe haberse evaporado, y flota desde hace mucho tiempo en el espacio exterior. La mayoría, pero quizás no toda. Antiguamente, los observadores creían que la Luna tenía agua en abundancia. De hecho, llamaron mares a las grandes llanuras de lava como la Mare Imbrium. Pero cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin aterrizaron en la Luna en 1969, no pisaron agua en el Mar de la Tranquilidad, pero sí roca basáltica. Nadie se sorprendió de eso; la idea de los mares lunares había sido reemplazada hacía décadas por la de llanuras de lava. Hace miles de millones de años cometas acuosos y asteroides impactaron en la Tierra y la Luna. [Más Información] A mediados de los años 60, durante la preparación del programa Apolo, las preguntas sobre la presencia de agua en la Luna no tenían una alta prioridad. Los geólogos y astrónomos estaban divididos en ese momento sobre si la superficie lunar era el resultado de fuerzas volcánicas interiores o de fuerzas cósmicas exteriores. Grove Carl Gilbert ya tenía la respuesta en 1893. Este famoso geólogo sugirió que grandes objetos asteroidales golpearon la Luna, formando sus cráteres. Ralph Baldwin articuló la misma idea en 1949, y Gene Shoemaker revivió nuevamente esa idea alrededor de 1960. Shoemaker, casi solo entre sus geólogos contemporáneos, vio a la Luna como un importante objetivo en la Geología de campo. Vio los cráteres de la Luna como lógicos lugares de impactos que no se formaron gradualmente durante eones, si no explosivamente en segundos. Los vuelos del Apolo confirmaron que el proceso geológico dominante en la Luna es el de los impactos. Ese descubrimiento, a su vez, introdujo una nueva pregunta: Ya que probablemente el agua de la Tierra fue depositada en gran medida por cometas y asteroides, ¿Podría este proceso haberse repetido en la Luna?, y ¿podría encontrarse algo de esa agua allí todavía? En 1994, la nave espacial Clementine de SDI-NASA orbitó la Luna y trazó un mapa de su superficie. En un experimento, la Clementine emitió señales de radio en los sombreados cráteres cerca del polo sur de la Luna. Las señales de regreso, recibidas por antenas en la Tierra, parecían venir de material helado. Eso tiene sentido. Si hay agua en la Luna, probablemente esté escondida en las sombras permanentes de cráteres profundos, fríos; helada y sólida, y a resguardo de su vaporización por la luz del Sol. Hasta aquí todo parecía enlazar bien, pero... los datos de la Clementine no eran concluyentes, y cuando los astrónomos intentaron encontrar el hielo en los mismos cráteres usando el gigante radar de Arecibo en Puerto Rico, no lo consiguieron. Quizá Clementine, de alguna forma, se había equivocado. En 1998, la NASA envió otra nave espacial, la Lunar Prospector, a comprobarlo. Utilizando un dispositivo llamado espectrómetro de neutrones, Lunar Prospector exploró la superficie de la Luna en busca de minerales ricos en hidrógeno. Nuevamente los cráteres polares emitieron una señal intrigante, las proporciones de neutrones indicaban hidrógeno. ¿Podría ser esto el "H" en el H2O? Muchos investigadores creen que sí. El Lunar Prospector fue sacrificado en aras de la búsqueda. Cuando terminó la principal misión de la nave espacial, la NASA decidió estrellar el Prospector cerca del polo sur de la Luna, esperando liberar un poco de la fina capa de agua. El satélite de la Tierra podría convertirse brevemente en un cometa que libera alguna cantidad de vapor de agua. El Lunar Prospector se estrelló, tal como estaba planeado, y varios equipos de investigadores trataron de descubrir la nube, pero sin éxito. O no había agua, o no había suficiente agua para ser descubierta por los telescopios terrestres, o bien los telescopios no estaban apuntando al lugar correcto. En cualquier caso, no se descubrió agua tras el impacto del Prospector. En el 2008, la NASA planea enviar una nueva nave espacial a la Luna. El Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO siglas en inglés de Lunar Reconnaissance Orbiter), dotado de sensores avanzados que pueden detectar el agua de cuatro formas distintas. Los científicos están esperanzados que LRO responda a la cuestión del agua en la Luna de una vez por todas. Nuestro interés no es únicamente científico. Si realmente debemos construir una base en la Luna, la presencia de agua allí significaría una gran ventaja para su construcción y utilización. Han pasado 35 años desde que pusimos el primer pie en la Luna. Ahora, ojos ambiciosos ven a nuestro satélite no como un lugar para visitar, sino como un lugar para vivir
 
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